Para esta entrada quiero empezar con una reflexión: ¿es la
publicidad un arte? Desde luego toda ella no, pero seguramente es una de las
ramas de arte más actuales. La publicidad nos invade. No nos damos cuenta de la
verdadera cantidad de información publicitaria que recibimos a diario, incluso
cuando menos atentos podemos estar, pero que en cambio nuestro subconsciente
registra perfectamente. Uno se quiere relajar viendo una buena película en la
tele (aunque difícilmente se produce el hecho de que se retransmitan por la
tele buenas películas, pero continuemos con el ejemplo…) y le infectan a
anuncios antes, durante y, sobretodo, cuando sólo quedan cinco minutos para que
acabe, que son los que más gracia hacen. Huyendo de la tortura televisiva, si sales
a pasear por la calle sin darte cuenta los carteles de las tiendas, los
autobuses, las fachadas de algunos edificios, las paradas de transporte público
te van ahogando poco a poco de publicidad. Y es que, irónicamente, hasta
nosotros mismos hacemos publicidad sin darnos cuenta. ¿A caso no es absurdo
renunciar a llevar ropa que lleve impresa algún tipo de publicidad y en cambio
sentir especial predilección por la ropa, calzado y complementos de las
primeras marcas del mercado? ¿No nos damos cuenta que somos vallas
publicitarias andantes que no pueden transmitir mejor su mensaje que llevando
un logotipo que nuestro subconsciente ya ha registrado? ¿Es tan difícil
entender que lo mismo es llevar en el pecho el símbolo de Nike, Adidas,
Hollister o Lacoste que el de Floristería Encarna o Calzados González? El
problema es que socialmente no están vista de igual forma, y lo que es peor,
que nos creemos lo que las marcas nos intentan vender, que llevando, comprando
o regalando sus productos eres mejor.
Algo muy importante dentro de la publicidad es que no
sabemos distinguir a veces entre buena publicidad y propaganda barata.
Personalmente hay dos empresas que para mí realizan siempre buenas campañas de
publicitarias: Audi y Coca-Cola. Para mí la gran mayoría de sus anuncios no se
limitan a simple marketing, algo que únicamente busca con una canción pegadiza
o un buen lema aumentar los beneficios de la empresa. Considero sus anuncios
verdaderas obras de arte porque al igual que cualquier otra modalidad,
pretenden llamar la atención, transmitir un mensaje claro, que el espectador
experimente una sensación cuando acaba el anuncio y eso haga que lo recuerde
por un tiempo. No son anuncios planos.
Relacionado con estas dos empresas, me quedo con la segunda
para traeros este ejemplo de publicidad relacionada directamente con arte.
Realmente no se puede considerar un anuncio como tal, ya que es más bien un
cuadro, pero yo entiendo que cualquier empresa que utiliza su logo o lema en
cualquier sitio siempre será para publicitarse. En este caso está la
conocidísima menina Margarita de Velázquez tomándose una Coca-Cola. Pero lo
gracioso de la composición no queda sólo ahí sino que juega con el símil entre
el refresco sin cafeína y el hecho de poder dormir, incluyéndole a la menina en
su mano izquierda un oso de peluche, estrechamente relacionado con la acción de
dormir de cualquier niña pequeña que se va a la cama acompañada de un peluche.
Por último quería introducir un anuncio de esta misma
empresa que recientemente se realizó. Lo curioso de este es que fue creado a
través de un concurso a nivel mundial, el cual ganaron dos jóvenes de Valencia.
El lema para este anuncio sin duda da mucho que pensar: ¿Cuándo fue la última
vez que realizaste algo por primera vez?
I.Sedano